El equipo de LeBron James derrotó hoy 148-145 al comandado por Stephen Curry, en un atípico Juego de las Estrellas disputado con auténticos deseos de ganar.
«El Rey» LeBron conquistó además su tercer torfeo de Jugador Más Valioso en el partido estelar de la estadounidense Asociación Nacional de Baloncesto, esta vez con 29 puntos, 10 rebotes, ocho asistencias y mucho liderazgo.
Ya sea por el nuevo formato de capitanes, por el incentivo caritativo o por rescatar un partido que se había vuelto intracendente, al que las estrellas iban más a divertirse y relajarse que a mostrar buen baloncesto.
El encuentro disputado en el angelino Staples Center fue intenso, incluso tuvo defensa doble, rotación en el gardeo, bloqueos y reclamos a los árbitros, para redondear quizás el mejor All-Star de la NBA en años.
Damian Lillard y DeMar DeRozan anotaron 21 puntos cada uno por la tropa de Steph, quien aportó 11 unidades pero falló ocho triples, mientras Joel Embiid, Gianis Antetokounmpo y Karl Anthony Towns impusieron su talla en la pintura.
Por los ganadores, además de LeBron, brillaron Kevin Durant y Paul George en la anotación, y Russell Westbrook y Kyrie Irving, que rozaron el triple-doble, mientras el debutante Bradley Beal embocó cuatro triples.
Salvo el mediocre concurso de donqueos, con demasiados tributos para compensar la falta de originalidad, el balance del fin de semanas de las Estrellas fue positivo, incluso esperanzador.
El partido de los novatos y jugadores de segundo año, disputado el viernes, fue entretenido y le hizo honor a los estereotipos: los estadounidenses más espectaculares, los del resto del mundo más apegados a los fundamentos.
Sin dudas del sábado sobresalió el record de puntos (28) acumulados por Devin Booker (Phoenix Suns) para derrotar por tres al francotirador Klay Thompson (Golde State Warriors) en un intenso concurso de triples.
Luego vino el duelo «vintage» entre Donovan Mitchell y Larry Nance Jr., con demasiados guiños al pasado, cambios de uniforme, mucho atrezzo y pocas ideas nuevas: nada que ver con las recientes batallas de Zach LaVine y Aaron Gordon.
Casi al cierre llegó la entrega simbólica del balón al dueño del Charlotte Hornets, anfitrión del próximo All-Star, quien además del pase recibió la mayor ovación de la noche: para el gran Michael Jordan, todo aplauso es poco.